El reciente pasado dejó un sabor amargo para la afición de Boca Juniors. Bajo el mando de Fernando Gago, el equipo fue eliminado en la segunda ronda de la Copa Libertadores por Alianza Lima de Perú, tras una agónica tanda de penales. Más allá de la despedida de un torneo emblemático, el episodio desató una ola de críticas y controversias, con el experimentado arquero Agustín Marchesín en el centro de la tormenta. Su sorprendente decisión de pedir su propia sustitución durante la definición desde los once pasos marcó un antes y un después en la narrativa del partido.
La polémica decisión de Marchesín y la sustitución inesperada
En los minutos finales del encuentro, se vio a Marchesín conversar con un asistente técnico. Con gesto dubitativo, el arquero se acercó al banquillo y, tras un breve intercambio, optó por abandonar el campo. La acción dejó perplejos tanto a sus compañeros como a los hinchas, quienes cuestionaron su coraje y compromiso en un momento clave. Gago accedió al pedido y dio entrada a Leandro Brey, un juvenil de 22 años que había brillado en la Copa Argentina al detener cuatro penales.
La elección de Gago no dio frutos. Brey no atajó ningún penal, y las críticas llovieron sobre Marchesín, tachado de “cobarde” y “pesetero” por evadir su responsabilidad. El técnico tampoco se salvó: muchos reprocharon su aceptación del cambio, considerándola una muestra de debilidad. Al día siguiente, Marchesín llegó a entrenar bajo el acoso de preguntas de los hinchas. “¿Por qué saliste? Tenías que quedarte”, le gritaron, pero el arquero mantuvo un hermetismo absoluto.
El silencio de Marchesín y la autoridad de Gago en entredicho
La tensión dejó al descubierto grietas en la autoridad de Gago. Compararon su decisión con la de Louis Van Gaal en el Mundial de Brasil 2014, cuando el holandés sustituyó a su arquero titular antes de una tanda de penales. Aunque aquella jugada fue exitosa, en Boca el resultado fue opuesto. La Bombonera quedó sumida en un clima de incertidumbre, con una afición que exige respuestas sobre el futuro del equipo.
El paralelismo con el Mundial de Brasil 2014 es inevitable. En cuartos de final entre Países Bajos y Costa Rica, Van Gaal realizó un cambio audaz: sacó a Jasper Cillessen, su portero titular, para darle lugar a Tim Krul, un veterano del Newcastle, justo antes de los penales. La decisión, inicialmente incomprensible, se basó en la habilidad de Krul para leer lanzamientos.
La presión era palpable. Krul se plantó bajo los tres palos y se convirtió en una muralla: atajó dos penales, incluyendo el de Bryan Ruiz, capitán costarricense. Su actuación, combinada con gestos psicológicos para intimidar a los rivales, selló el pase holandés a semifinales (4-3). La jugada, arriesgada y calculada, se convirtió en un hito táctico.
Lecciones del fútbol: cuando el riesgo define la historia
El contraste entre ambas historias es revelador. Mientras Van Gaal y Krul convirtieron una apuesta en leyenda, en Boca la decisión de Gago y Marchesín profundizó una crisis. El fútbol, como la vida, premia a quienes asumen riesgos con convicción. Pero cuando la fortuna no acompaña, las mismas decisiones se convierten en cicatrices. Así, la eliminación de Boca no solo es una derrota deportiva, sino un recordatorio de cómo los momentos clave exigen temple, carácter y, sobre todo, certeza en las elecciones.